El árbol del Tule es un gigantesco ciprés Moctezuma situado en el centro de la ciudad de Santa María del Tule, en el estado mexicano de Oaxaca.
El primer registro histórico del árbol del Tule data de la fecha en que los colonos españoles fundaron Oaxaca, sin embargo, este imponente ser vivo fue testigo de sucesos tan lejanos como el periodo de los aztecas, lo que lo convierte en uno de los árboles más longevos del mundo.
Su tronco y ramas entrelazadas tomaron diferentes formas al paso de los siglos. Con un poco de tiempo y algo de imaginación se hace posible ver rostros de duendes, monstruos y animales sobre la corteza. También figura entre los primeros lugares de los árboles más grandes, en altura y en anchura. Las medidas de su circunferencia, según diversas fuentes, varían desde los 42 hasta los 52 metros. El tronco es tan masivo, que serían necesarias unas 30 personas (unos dicen que 50) con los brazos extendidos para abarcarlo completamente.
El árbol posee una altura de 40 metros y fácilmente supera a la iglesia principal de la ciudad y a sus torres. Su fama es tanta que suele opacar a todas las demás atracciones de esta población. Y en realidad, la ciudad entera parece haber sido construida en torno a este enorme árbol ciprés: el mercado de artesanías, la iglesia y la plaza principal, todo, se sitúa en las proximidades de este árbol.
Tradicionalmente, la población de Tule subsistía de la extracción y procesamiento de cal para la venta en la ciudad de Oaxaca. En el siglo XX, gran parte de la población se volcó al cultivo del maíz, frijol y alfalfa.
Con la llegada de la industrialización, la economía en Santa María del Tule se diversificó y el árbol se convirtió en un punto turístico para la comunidad. Por lo menos la mitad de la población de esta ciudad depende directamente del árbol para subsistir.
Santa María del Tule solía ser un lago rodeado por pantanos donde abundaban los cipreses. Hoy, el lago está completamente seco y los pantanos desaparecieron. Pero ciertamente, el aumento de la mancha urbana y de la agricultura irrigada disminuyó el nivel freático, amenazando la subsistencia del árbol.
